El célebre joyero Enric Majoral estrena tienda en Ibiza, un espacio inspirado, como la mayoría de sus piezas, en Formentera y el Mediterráneo.
Enric Majoral, uno de los joyeros de referencia del panorama nacional e internacional, ha decidido dar el salto desde la vecina Formentera hasta Ibiza abriendo una de sus exclusivas joyerías. Un edificio emblemático, frente al teatro Pereyra, ha sido la localización escogida por Majoral para mostrar al público parte de su conocida obra.
La Store-Gallery, diseñada por Martín Azúa, cuenta con buena parte de sus colecciones, desde las más populares hasta sus últimas creaciones. El ambiente no podría estar mejor concebido para envolver a estas joyas inspiradas en la Formentera más auténtica y cautivadora. En su construcción se han tenido en cuenta toda una serie de detalles como la utilización de materiales naturales o incluso el diseño del suelo, en el que se reproducen fragmentos de posidonia. Las hojas de esta planta marina se han convertido en un icono para el orfebre desde aquel día de verano en el que las contempló en la playa, bajo el punto de vista que solo un artista posee, y decidió plasmarlas en una de sus colecciones más aplaudidas: Posidonia.
Su nueva tienda, situada en la calle Anníbal número 8, será escenario además de una serie de exposiciones que irán cambiando periódicamente para sorprender a todo aquel que se acerque por allí. Asimismo, permanecerá abierta durante todo el año.
La apertura de este novedoso espacio no es el único vínculo que Enric Majoral ha establecido este año con Ibiza. Además, el artista participará en la 45 edición de la Pasarela de Moda Adlib cediendo parte de sus joyas a los jóvenes diseñadores ibicencos de la Escuela de Artes para que las combinen con sus prendas durante el desfile.
Cada uno de los metales con los que trabaja transmiten su pasión por las islas, lo que ha hecho que algunas de sus joyas se conviertan en el mejor recuerdo de las Pitiusas. Esto ha provocado que en algunos puestos de artesanía aparezcan piezas muy similares a las suyas, no obstante, el orfebre asegura entender este hecho puesto que al trabajar con una técnica y unos materiales tan peculiares “son muchos los que practican mi método como una forma de aprendizaje”. Nada más lejos de la realidad ya que la obra de Majoral se ha convertido en materia de estudio de algunas de las mejores escuelas de arte.
Majoral y su compromiso con el oficio
Con el paso de los años, Majoral se ha convertido en la historia de un triunfo que surgió del empeño y las ganas de un joven que fijó su lugar de residencia en Formentera, como muchos otros, por amor. Primero a una mujer y, posteriormente, a la isla que tantas alegrías le ha reportado.
El joyero empezó así a crear de un modo autodidacta las piezas que él mismo vendía en los mercadillos de la isla y que años después se convertirían en todo un símbolo. El éxito fue tal que se vio en la obligación de crear una empresa que, a día de hoy, no ha perdido el carácter familiar que siempre la ha definido. Su mujer y su hija no han dejado de participar activamente en el negocio y su hijo, Roc Majoral, ha seguido sus pasos desde bien joven convirtiéndose en su mano derecha a la hora de diseñar muchas de sus piezas más relevantes.
Algunas de las joyas de Majoral, Premio Nacional de Artesanía 2007, forman parte de la colección permanente del Museum of Arts and Design de Nueva York mientras que Roc, por su parte, fue galardonado en 2012 con el ‘Couture Design Award for Gold’ de las Vegas y en 2015 con el ‘Couture Design Award for Silver’.
El vínculo de esta familia con Formentera es tal que cuentan con una tienda taller en la Mola desde la que, tal y como explica Enric, se cocinan las ideas para pasar a materializarlas en Barcelona. “Formentera es el lugar en el que suele nacer la idea, las piezas más exclusivas. Allí no tengo las herramientas que poseo en Barcelona, así que es más un lugar de inspiración”.
Sin duda, la familia Majoral es un claro ejemplo de lo que significa mantener los pies en la tierra y continuar trabajando para honrar a una profesión que veneran.
