La singularidad de esta pequeña playa de San Juan reside en que une s’Illa con la costa de Ibiza. Por esta razón, posee dos vertientes: una orientada hacia el sureste, mucho más tranquila en cuanto a sus aguas se refiere, y otra hacia el noroeste, a mar abierto. Por sus características, la primera suele estar más concurrida que la segunda, sin embargo, no la hallarás abarrotada de gente sino que más bien podrás gozar de la calma que no encontrarás en otras playas.
Está rodeada de acantilados con vegetación y aquí también podrás contemplar las tradicionales casetas varadero de los pescadores.
En la parte que mira hacia el Puerto de San Miguel, la arena es de grano medio con gravas y algún que otro canto rodado. La otra cara está formada por rocas y cantos rodados erosionados por el continuo oleaje que se da en ella, lo que hace que el acceso al baño sea algo más complicado. El agua es clara en ambas partes. Si vas con niños recuerda coger gafas de bucear y zapatillas para el agua ¡te lo agradecerán!
Es Pas de s’Illa cuenta con pocas hamacas y sombrillas y con un chiringuito que lleva allí más de treinta años. En él podrás comer algo de carne, ensaladas o bocatas y tomarte algo en las peores horas del día, en las que el sol aprieta.
Ármate de paciencia para llegar hasta la playa puesto que el último kilómetro y medio lo recorrerás por un camino sin asfaltar que no destaca precisamente por su calidad. Si tienes un 4×4 es hora de darle uso.
Un dato
Los más curiosos ya se habrán dado cuenta de que justo junto a la cala existe un camino que conduce a un islote de propiedad privada en el que se ubica una lujosa casa. No podrás ver más que eso puesto que está bien vigilada.