El Comité del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad el recinto amurallado de Dalt Vila en 1999, al considerarlo la fortaleza costera mejor conservada del Mediterráneo.
Ibiza preserva una evidencia considerable de su larga historia a través de los restos fenicios de sa Caleta o la necrópolis feniciopúnica de Puig des Molins. Suponen un testimonio excepcional de la urbanización y de la vida social de las colonias fenicias en el Mediterráneo occidental.
Además existe un importante patrimonio histórico y cultural diseminado por el territorio. Entre ellos figuran los montes sagrados de Santa Eulària y Sant Miquel, las iglesias-fortaleza repartidas por todos los municipios, las singulares torres de defensa o los pozos y albercas de origen árabe, declarados Bien de Interés Cultural.
A lo largo de su historia, Ibiza siempre ha interactuado con otras culturas. Púnicos y fenicios, romanos, árabes… Todos se rindieron a su luz brillante, a la pureza de su cielo y a la transparencia de sus aguas.
Además, la biodiversidad y la cultura dan un ejemplo excelente de la interacción entre los ecosistemas marinos y costeros.
La relevancia del medio marino en la isla reside, principalmente, en las densas praderas de posidonia oceánica que conforman su mar. Las praderas cobijan unas 220 especies diferentes que forman la comunidad marina más importante del Mediterráneo. Todos estos valores hicieron que Ibiza entrara a formar parte del selecto “club” de ciudades patrimonio de la Humanidad.