Algunas de las mesas del restaurante Sa Capella, en San Antonio, han adquirido el nombre de sus comensales habituales como un hermoso homenaje a su fidelidad
Si aún no has tenido el placer de conocer uno de los restaurantes más románticos de Ibiza, te aconsejamos que no dejes pasar más tiempo. Sa Capella es uno de esos lugares que encuentras entre un millón, de los que dejan huella y ansías redescubrir una y otra vez.
Muchas son las leyendas que circulan entorno a él, sin embargo, tras contrastar diversas informaciones, una única teoría cobra fuerza a la hora de hablar de la historia de esta edificación.
Parece ser que fue en 1721 cuando comenzó la construcción de la capilla de Santa Inés, movida por la devoción que existía hacia dicha virgen y a su proximidad a la cova de Santa Agnès.
Pese a que se creía que no se había llevado a cabo ningún oficio en sus instalaciones, a día de hoy ha quedado demostrado que el altar se consagró y que sí se ofrecieron misas antes de haberse dado por finalizadas las obras.
En 1784 la creación de la iglesia de Santa Inés y la cercanía de la de San Antonio propiciaron el abandono de esta hermosa capilla. En 1897 se acuerda su venta por 250 de las antiguas pesetas y, desde entonces, pasa de mano en mano como una curiosa herencia familiar. Se tiene constancia de que una mujer del pueblo, Doña Pepita, pasó su vida en la parroquia hasta que falleció. Una fotografía de ella cuelga hoy en uno de los muros del restaurante.
Sa Capella, un auténtico homenaje a cada uno de sus clientes
Vicente Roselló y Carlos García fueron los artífices de Sa Capella entendida como el restaurante que es actualmente. Un espacio único en Ibiza repleto de tradición y magia.
La arquitectura de Sa Capella es uno de sus elementos más atrayentes. Su planta se erigió en forma de cruz. Cuenta con una hermosa nave central y seis capillas laterales con techos abovedados de unos ocho metros. Paredes de piedra y suelos de barro terminan de conformar un espacio, a todas luces, espectacular.
No obstante, en su éxito influyen muchos otros factores. Uno de ellos es el trabajo de su equipo, que lleva más de 25 años unido para sacar adelante un servicio cuyos resultados son siempre extraordinarios. Por supuesto, su cocina tiene también mucho que ver con su fama. Una propuesta fresca y cuidada con sabores mediterráneos y toques de autor.
Y si hay algo que se agradece en Sa Capella es el trato que brindan a todos y cada uno de sus comensales. De hecho, la magnífica historia del restaurante la escriben hoy sus propios clientes. La mayoría de ellos reserva la misma mesa desde hace al menos tres décadas, con lo que el equipo ha visto pasar por ellas a distintas generaciones de la misma familia.
Como agradecimiento, Sa Capella ha decidido rendirles un homenaje de lo más especial. Esas mesas han perdido el número y han pasado a adoptar el nombre de sus fieles ocupantes. De hecho, los nombres de tres personas ya fallecidas siguen colgando de las paredes del restaurante puesto que sus hijos continúan con la tradición de visitarlo una y otra vez.
La mesa para dos del altar, por ejemplo, lleva el nombre de ‘The Gemmers’, una pareja alemana que visitó Sa Capella por primera vez en 1993.
“Desde ese día, todos los eventos importantes de nuestra vida se han celebrado en esa mesa”, relata Gemmers.
La pareja no tardó en construir su propia casa en Ibiza y, desde que firmaron el contrato, guardan en una de sus paredes una botella de Vega Sicilia con la cuenta de su primera cena en Sa Capella.
“Tener una mesa con nuestro nombre hace que nos sintamos realmente parte de la familia”, aseguran. Esa es sin duda una de las particularidades que hacen que el encanto de Sa Capella perdure: ser capaces de hacer sentir especial a cada uno de sus invitados.